Saturday, November 09, 2013

Luyanó


Childhood is a place as well as a time. May Sarton.
Mi lugar y tiempo en Luyanó

Luyanó fue mi lugar, en el tiempo de mi niñez, adolescencia y comienzos de mis años de adulto.  Yo fuí feliz en Luyanó en todo ese tiempo, excepto por el fallecimiento de mi padre cuando yo tenía nueve años. 

Mi padre vino a Cuba como muchos otros españoles, cuando él tenía menos de veinte años. El nació en Baleira, una aldea en la provincia de Lugo, en Galicia, España. Al llegar a Cuba, lo internaron en Tiscornia, un lugar al borde del Puerto de La Habana, que era donde retenían a personas que llegaban sin documentos legales, y sin tener alguna persona que se hiciera respondable por ellos.

Salió por gestiones de otros gallegos. Comenzó a trabajar dando pico y pala en las reparaciones de vías de ferrocarril. De ahí pasó a trabajar en la construcción: peón, medio cuchara y albañil.  No se cómo, comenzó a hacer trabajos de construcción por su cuenta y desarrolló un negocio de contratista. Los planos se los firmaba el arquitecto Antonio Paz, professor de matemáticas en el Instituto de La Habana. Fué exitoso y fabricó numerosas casas y edificios, muchos de ellos en Luyanó.

Recuerdo historias contadas por mi madre, hija de isleño (Islas Canarias) y cubana. Ella era huérfana de madre y vivía con una tía y una prima en la calle Reglita (una sóla cuadra) en Luyanó. Allí conoció a mi padre y se casaron. Fueron a vivir a una casa arrendada. Tenían de vecinos, al lado, una familia de apellido López, con las que se inició una amistad que mis hermanas  y yo  hemos continuado a través de las hijas, Josefina y Carmita, que viven en Hialeah, Florida.

Vacas gordas

Mi padre hizo buen dinero en la construcción. Construyó una casa de dos planta y otra al lado. Nos mudamos allí; las otras dos casas las arrendaba. Yo nací en la casa de planta baja, Pedro Pernas, 48 (después cambió al número 417.) Recuerdo que un cristal, encima de la puerta de entrada, muestra sus iniciales GF, y el año, 1925.

Pocos años después, mi padre fabricó otras dos casas y dos apartamentos en la Avenida Porvenir. Una de ellas para nosotros, con garage y un cuarto y baño de sirvienta al fondo. Papi compró un auto nuevo marca Marquette, el radio RCA mas grande en el mercado, contrató una sirvienta, Paz (Pacita,) para que ayudara a Mami, y trajo una perra policía, Diana. Mis hermanas iban a una escuela privada de monjas, con servicio de transportación de ida a la escuela y vuelta a la casa. Todo ello mostraba que era rico en aquellos tiempos.

Vacas flacas

Vino la crisis, comenzando en el 1929, y la construcción se contrajo. Nos mudamos de nuevo a Pedro Pernas, 48, para alquilar la casa grande en la Avenida Porvenir. Papí vendió el Marquette, y regaló a Diana; Pacita permaneció con nosotros, como si fuera de la familia, sin sueldo. Mis hermanas fueron enviadas a una escuela privada modesta, cerca de la casa.

Para compensar la baja en los trabajos de construcción, comenzó a contratar “desbarates.” Desbarate era echar abajo una casa vieja, normalmente para construir edificios de apartamentos de dos o tres pisos, o casas de dos plantas. Estableció un pequeño almacen donde guardaba puertas, lavamanos, inodoros y otros artículos de las casas demolidas, para venderlos.

Comunidad de Gallegos

Papi era muy activo en asuntos relacionados a la comunidad de gallegos, contando con una estrecha relación con los directores del Centro Gallego, una organización sin fines de lucro, que por una módica cuota mensual proveía servicios medicos, cirugía y medicinas en La Benéfica. Para mujeres y niños hasta 12 años de edad estaba el hospital Hijas de Galicia, que con el tiempo fabricó un edificio-balneario en la Playa de Marianao. El Centro Gallego de La Habana es un amplio edificio que se usaba para actividades culturales, con fachada ornamentada arquitectónicamente.  Hospitales y edificios similares también fueron fabricados por los asturianos (Centro Asturiano y Clínica Covadonga) y otros grupos regionales españoles.

Los españoles se organizaban en grupos de personas nacidas en las mismas aldeas. Papi fué presidente de Juventud de Baleira por un tiempo. Hubieron discrepancias y un grupo se separó y fundaron la Unión de Baleira; Papi fue su primer presidente.

Como hijo de gallego, recuerdo una tonadilla que cantaban chicos del barrio algunas veces: “viva Cuba, viva España, los gallegos no se bañan.”

Mi padre falleció en el año 1936, a la edad de 44 años. El último edificio que fabricó fue un almacén de productos automotrices en la planta baja, y en los altos, la residencia de Carlos Alonso, que era el dueño de El Relámpago (autos nuevos y de uso, piezas de repuesto y rastro,) que quedaba en frente, en la Calzada de Concha. Mi padre fabricó en esa casa de Carlos Alonso, en el segundo piso, una cancha de "hand-ball," ubicada al fondo de una amplia terraza.

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